La sentencia explica que la versión de la denunciante "podría ser creíble si no fuera porque existen datos que acreditan su inveracidad y que resultan contradictorios". Afirma también que el relato de la mujer no ha sido "lógico ni persistente en aspectos esenciales". Los jueces recuerdan también que el acusado no ha mantenido "una versión única de lo sucedido", al pasar de negarla a decir que existió pero que fue consentida y la ocultó al estar casado y tener tres hijos. La denunciante, de origen marroquí, aseguró que si no denunció al acusado en 1992, año de la primera supuesta violación, y continuó trabajando en su bar fue porque estaba sola en España y le dio vergüenza contarlo.
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