Nos guste o no, Halloween ya se ha convertido en parte de nuestro calendario de fiestas. Y aunque hubiésemos jurado y perjurado que no nos íbamos a disfrazar, cuando llega el 31 de octubre nos encontramos en una tienda de artículos de broma buscando calaveras, calabazas y motivos terroríficos de toda índole para no sentirnos unos muermos en la noche de los muertos vivientes más divertida.
Ya sólo nos falta ir casa por casa al más puro estilo yankee jugnado a “truco o trato”. E incluso eso ya está empezando a calar en la sociedad española. De acuerdo que con la crisis no estamos para muchas bromas, pero pocos españoles hay que le hagan ascos a una fiesta y aunque gastamos menos en disfraces, en las tiendas nos aseguran que, tal vez por eso, somos mucho más imaginativos y lo que compramos a última son efectos de maquillaje y complementos.
Porque por muy festiva que sea esta España nuestra en crisis, también somos de un perezoso que lo dejamos todo para última hora.
Comentarios