Los ciudadanos y ciudadanas ejercieron el pasado 22 de mayo su derecho al voto. Es un derecho fundamental, recogido en nuestra Constitución como una garantía de nuestro modelo democrático y como una fórmula participativa, igualitaria, directa y secreta para que la voluntad individual de las personas pueda convertirse en voluntad de los poderes públicos.
Naturalmente, tienen razón quienes proclaman que ejercer el derecho al voto no es suficiente para dotar de contenido real a la democracia. La participación de los ciudadanos y ciudadanas en la toma de decisiones que tanto influyen y condicionan su vida diaria no puede reducirse sólo al ejercicio puntual de este derecho. Pero no por ello hay que olvidar el largo y difícil camino de lucha que ha habido que recorrer en nuestra historia, pasada pero aún muy reciente, hasta conseguir el reconocimiento del derecho de los ciudadanos y ciudadanas a elegir mediante el voto -sin discriminación de sexo, raza o condición social de los electores- a quienes les gobiernen. En efecto, votar no es suficiente, pero tampoco es lo menos importante.
En las pasadas elecciones locales y autonómicas han confluido varios factores que, a mi juicio, han orientado la participación y la voluntad ciudadana hacia un resultado que poco tiene que ver con el objeto concreto de esta última convocatoria electoral. La grave situación económica que estamos padeciendo y el hecho de que se esté acusando al actual Gobierno Central de una mala gestión de la crisis, es el factor más importante de todos, y ha sido el principal argumento del Partido Popular no sólo para intentar cambiar el significado del voto y el signo de los resultados, sino, ya de paso, para no tener que dar explicaciones de su gestión en los ayuntamientos y comunidades autónomas que gobernaban ni contar abiertamente cuáles son sus verdaderas intenciones para el futuro.
Que se haya votado en clave nacional explica, en mi opinón, que, siendo unas elecciones locales y autonómicas, hayan salido beneficiadas algunas candidaturas de derecha plagadas de sospechas e imputaciones de presuntos delitos, y que candidatos desconocidos con programas inexistentes hayan salido vencedores en muchos municipios de nuestro entorno y del resto del país. En cualquier caso, la grandeza de cualquier proceso electoral, desarrollado en libertad, es que, sean cuales sean los motivos de los electores para votar, al final el resultado es consecuencia de la opinión de la mayoría.
A quienes han obtenido peores resultados que los esperados, corresponde reflexionar y hacer un análisis en profundidad de esta situación, no sólo para superar con trabajo y nuevas ilusiones los posibles puntos débiles de la labor desarrollada hasta ahora, sino para identificar cuáles son las causas, conscientes o inconscientes, propias o ajenas, que han movido a la ciudadanía a castigar a unos y a premiar a otros.
También quienes han salido favorecidos, si no es mucho pedirles, deberían hacer su análisis, mirarse las entrañas y no el ombligo, tomar distancia con los pies en el suelo para entender el verdadero significado de lo que ha sucedido y no olvidar que la verdadera hoja de ruta de cualquier cargo público es el interés general de la ciudadanía.
Manuel Robles, Alcalde de Fuenlabrada
Comentarios
MARISA88 dice:
Estoy totalmente de acuerdo con Manuel Robles y espero y deseo que los perdedores reflexionen en profundidad los resultados electorales y el movimiento 15M de los jóvenes indignados.
Ahora bien, no espero que los favorecidos (PP y UPyD) tengan en su hoja de ruta el interés general de la ciudadanía, sino unos despojarnos de todo "lo público" para que los poderosos de simepre sigan aumentando sus beneficios y los otros tener el poder, que es lo que quieren.
viernes, 10 de junio de 2011 a las 20:26