El poblado sobre el que se acometerán los trabajos, fechado entre el siglo VII y primera mitad del siglo VIII, se asienta entre los arroyos de Tejada y Pocito de Los Lobos, en la Dehesa de Navalvillar, y está formado por numerosas viviendas y edificios auxiliares, de carácter familiar. Según lo descubierto hasta ahora por los expertos, esas viviendas y edificios se agrupan sin orden aparente y utilizan espacios comunes para su intensa actividad minero-metalúrgica, documentada a través de las cenizas, escorias y herramientas recuperadas. De aquí que los arqueólogos crean que sus habitantes compaginaban esa actividad con la ganadería ovina y caprina.
Una campaña que finalizará el 28 de junio. A partir de entonces otro equipo técnico de expertos emprenderá un trabajo de conservación y puesta en valor de lo excavado, como explica Rosario Gómez, codirectora de la excavación.
Un trabajo coordinado por un Equipo de Arqueología que cuida dicha investigación y su acercamiento al gran público. Por lo que, mientras duren los trabajos, habrá un técnico en el yacimiento que hará las veces de guía a todos aquellos que, individualmente o en grupos, visiten el enclave para conocer el desarrollo de las excavaciones. También se instalarán “in situ” diferentes paneles explicativos y se repartirán folletos informativos sobre el conjunto arqueológico.
Comentarios