Primero tuvo dos trabajos, luego los perdió y ahora, gracias al taxi, Rubén podrá seguir ingresando un sueldo a final de mes. Dinero con el que tendrá que saldar una deuda de 150.000 euros, porque la dación en pago de su vivienda no ha sido contemplada por Bankia tras meses de lucha y dos aplazamientos de desahucio. Un piso por el que se pidió una hipoteca de más de 200.000 euros y que ahora, subastado, se ha valorado en mucho menos. Rubén se siente víctima de un sistema y, pacíficamente, ha abandonado su vivienda lamentando que Servicios Sociales no le haya dado la ayuda de necesitaba. Aunque sí se le ha ofrecido lo que estipulan las ordenanzas municipales en estos casos: un mes de alquiler y ayuda para encontrar una vivienda.
Una docena de policías nacionales ha rodeado a la juez, los cerrajeros y operarios de mudanzas en la ejecución de una orden desahucio, que se ha realizado en un inquietante silencio con hora y media de retraso, en presencia en un puñado de vecinos y miembros de la Asamblea 15 y otros colectivos sociales. Junto a Rubén, su abogado, Pedro González lamenta que una vez más la banca nunca pierde y el resto de la ciudadanía pague sus excesos.
Un desahucio más en la zona norte que deja a una familia en la calle. Aunque ahora Rubén tiene un mes de alojamiento para buscar una solución para los suyos, dentro o fuera de España.
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