Gracias a los avances en el diagnóstico del cáncer y los tratamientos, las expectativas de supervivencia han aumentado en los últimos años, los pacientes son más jóvenes y cuestiones relacionadas con la calidad de vida han tomado mayor importancia. “En una ocasión escuché a una paciente hablar sobre todos esos efectos, síntomas que los profesionales llamamos secundarios haciendo referencia a que derivan de tratamientos aplicados” explica Miriam sobrino, matrona en el Hospital Rey Juan Carlos y sexóloga del Centro Sexorum. Uno de ellos es la sexualidad tras padecer cáncer.
Dentro de esos síntomas secundarios a tratamientos oncológicos encontramos cansancio, vómitos, diarrea, caída de cabello… y otros que, en la mujer, conllevan síntomas similares a la menopausia (sequedad de mucosa en vagina, sofocos, insomnio, desaparición de la menstruación), alteraciones en la fertilidad, cambios en la sensibilidad de la piel…
Sobrino apunta que son muchas las preguntas que se plantean; una de ellas la posibilidad de ser padres en el futuro, que preocupa a pacientes de un modo diferente al de hace años. Esto unido a los avances en las técnicas de reproducción asistida ha permitido nuevos abordajes como el uso previo al tratamiento de técnicas de preservación de la fertilidad. Hay que tener en cuenta que no todos los tratamientos empleados en el cáncer alteran la función de los ovarios y los testículos en la misma medida. “El tipo de quimioterápicos, la zona del cuerpo donde se produce la radiación, los tratamientos hormonales empleados, la edad de los pacientes…. Pueden hacer que la capacidad reproductiva se altere de manera temporal o definitiva” explica Sobrino.
También hay implicaciones en la vivencia de la mujer y el hombre, teniendo en cuenta que, en la mujer, el tumor maligno más frecuente es el cáncer de mama, y en el hombre de 15 a 35 años lo es el cáncer testicular.
“¿Tiene el mismo significado en la vivencia del hombre que se es un tumor en el testículo que en el intestino, la vejiga o el pulmón?. ¿Es similar el papel que juega el cáncer de mama para la identidad sexuada de una mujer que padecer un tumor de huesos, de colón o de piel?” se pregunta Sobrino.
“Cuando hay una pérdida del pecho como consecuencia de una cirugía tras un cáncer de mama, no se trata solo de la pérdida, de lo que deja de ser, de lo que ya no está, sino que en muchas ocasiones en su lugar queda una cicatriz, queda dolor, o una sensibilidad alterada en la piel” apunta la sexóloga.
En el caso del cáncer testicular se hace referencia a cómo los tratamientos o la cirugía pueden alterar los niveles hormonales de testosterona o los reflejos en la erección.
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