La verdad es que apostar por David Bisbal es apostar a caballo ganador. Este es uno de sus últimos éxitos, de este año… ha pegado fuerte… Y pasa a engrosar una larga lista de éxitos que ha hecho que, poco a poco, el “triunfito de los rizos” haya acabado siendo uno de los grandes de nuestra música.
Y ustedes pensarán que cambiar, lo que se dice cambiar, Bisbal no ha cambiado mucho. Y no estarán lejos de la verdad, porque la fórmula “canción de baile más balada más canción de baile” se ha repetido en todos sus discos. Pero si prestan atención descubrirán que las canciones, sí, se parecen, pero que la producción, ese toque mágico que da personalidad a las canciones, ha cambiado.
Así sonaba Bisbal hace 12 años, en 2002, con Corazón Latino. Es una de sus canciones más conocidas. Con ella casi va a Eurovisión, con ella salió de Operación Triunfo y con ella sacó su primer disco. Un trabajo que se notaba algo inmaduro, con una producción hecha deprisa y corriendo que, con muchos sintetizadores, no acababa de estar pulida. Y eso se nota en otro de sus himnos, Ave María.
Pero Bisbal consiguió con su primer disco la fórmula del éxito. La producción no era una maravilla, pero no lo necesitaba. Ya saben la ecuación, baile, baile… balada. Y ahí lo empezó a bordar con Dígale.
Dos años después Bisbal sacaba otro bombazo, Bulería. Y lo cierto es que no había mucha evolución. Las letras, la producción, el alma del disco… Todo recordaba a lo anterior. Pero es que se le daba tan bien torear en estas plazas…
Pero volvieron a pasar otros dos años y… ahora sí, Bisbal evolucionó. Lo hizo con el disco “Premonición”. Se cortó el pelo, se hizo más internacional si cabe, y por fin la producción empezó a mimar un poco más los instrumentos que sonaban detrás de la potente voz de David. Se notaba especialmente nada más abrir el disco con “Silencio”.
Pero quizás el cambio más importante fue el de algunas letras, en las que llegó a participar David y que se querían desmarcar del binomio discoteca-balada. Bisbal se adentraba en la canción denuncia. Sin mucho éxito, sin mucha profundidad, pero supo adaptar muy bien a su estilo una evolución en las letras que hasta entonces era impensable.
Pero Bisbal no abandonó las baladas. Lo demostraba hace unos años en 2009 con “Cuando hacemos el amor”. Vaya nombre, como para no derretir a más de una… Y la verdad es que se parecía a lo que había cantado siempre, pero con un toque más profesional, más íntimo, que le llevó incluso a actuar en Londres y a reivindicarse como el gran vocalista que es.
Pero bueno, no vamos a terminar tan despacio. Lo hacemos con la fuerza y el ritmo que sólo David nos sabe dar. Esclavo de sus besos significó que el almeriense no iba a cambiar de estilo, no, pero que cada vez lo iba a presentar mejor.
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