La RAE aseguraba en su informe que algunos colectivos que habían encargado guías sobre lenguaje no sexista como Ministerios, Comunidades Autónomas, Ayuntamientos, sindicatos o universidades habían obtenido ejemplos de usos “forzados” del idioma. El uso del masculino y el femenino a la vez para evitar que el primero se utilice como genérico es ejemplo de discriminación positiva para unos (¿y unas?) y alargamiento innecesario del lenguaje para otros (¿y otras?).
Finalmente estas recomendaciones y las propias reglas lingüísticas son normalizadas con su uso cotidiano. Las opiniones son diversas al respecto.
Este Día 8 de marzo es buen momento para plantear debates lingüísticos de este tipo alejados de opiniones extremistas. La inclusión de la mujer en todos los ámbitos sociales, laborales y políticos lo merece.
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