Dos hermanos impulsan el oficio de los canteros en El Berrueco, una iniciativa empresarial que recupera esta tradición
Hay oficios que prácticamente han desaparecido con el paso de los años. Es el caso de la cantería, es decir el arte de labrar la piedra para su empleo en construcciones de edificios, casas o espacios públicos. Sin embargo, dos hermanos vecinos de la localidad serrana de El Berruelo se han empeñado en recuperar esta profesión. Gracias a ello han encontrado una forma de ganarse la vida y mantener una tradición casi olvidada.
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- 13/02/2013 a las 19:28
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Dos hermanos impulsan el oficio de los canteros en El Berrueco, una iniciativa empresarial que recupera esta tradición.
En pleno siglo 21 son las máquinas las encargas de dar forma a la piedra que se emplea de forma decorativa e incluso estructural en las casas, edificios, o plazas. Sin embargo, hay algunos lugares en donde aún se conserva la tradición de la cantería gracias al empeño de sus vecinos. Es el caso del municipio de El Berrueco, donde dos hermanos, Alfredo y Emilio, siguen embelleciendo las calles de este pequeño pueblo de la sierra madrileña. Lo hacen de manera artesanal, con un puntero que hincan con mimo y tesón sobre el granito típico de la zona.
El trabajo es duro pero, dicen, muy gratificante. Desde que comienzan a trocear la piedra hasta que dan el último retoque con el cincel pasan muchas horas golpeando un material que muchas veces se resiste a ser moldeado. Sin embargo, el resultado final hecho con sus manos, dicen, recompensa.
Estos hermanos aseguran que han recuperado una tradición y, a la vez, han apostado por fomentar el empleo gracias a su iniciativa. Viven de algo que se estaba olvidando y estaba en las raíces del pueblo. Y todo ello gracias a su empresa: Piedras Naturales Alfredo.
Su iniciativa ha sido muy bien recibida en la localidad ya que no paran de recibir encargos. Por las calles de El Berruelo vemos cada día más huellas de su trabajo. Piedras labradas para las chimeneas, mampostería en los portillos que delimitan las fincas, preciosas fachadas en las casas,...Una singular forma de conservar la belleza de lo antiguo, de no perder la estética de pueblo.
Lo cierto es que el trabajo de estos canteros es cada día más valorado. El goteo de visitantes llamados por la curiosidad de ver el nuevo aspecto de muchas calles es incesante. Dicen que El Berrueco huele cada día más a pueblo y a tradición. Ellos aseguran que sólo hacen lo que les gusta y así se ganan la vida. Algo que les ha hecho ganarse a su vez el reconocimiento de sus vecinos.
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