De izquierdas o derechas, liberales o comunistas, rojos o no, o incluso apolíticos, han recibido la noticia de Santiago Carrillo con la sensación de que un gran capítulo de la historia de España llega a su fin.
Y parecía que no, que siempre estaría ahí, opinando a sus casi cien años, con las ideas claras aunque ya alejadas de un izquierda que, quizá, ya no es lo que era.
Pero con él, el comunismo se filtró clandestinamente en España durante la dictadura de Franco, y con él se legalizó el PCE en 1977.
Las sombras pasan por su posible responsabilidad en los fusilamientos de Paracuellos del Jarama en 1936. O más recientemente su desvinculación y rencillas con sus compañeros del actual Partido Comunista.
En cualquier caso, todos, de izquierdas o derechas, liberales o comunistas, rojos o no, o incluso apolíticos, le reconocen su labor para hacer de España un país de libertad política.
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