Hasta mediados del siglo XIX, los madrileños bebían las aguas subterráneas extraídas mediante un complejo sistema de pozos, minas y galerías, los conocidos "viajes de aguas", que captaban, drenaban y transportaban el agua hasta las numerosas fuentes públicas dispersas por todo el casco urbano. Aquí, eran los aguadores quienes transportaban el agua hasta las viviendas de las familias más acomodadas. En los barrios obreros y populares, las mujeres eran quienes más a menudo acudían a rellenar sus cántaros a las fuentes.
Aunque se hicieron diversos proyectos para abastecer de agua a la capital desde mediados del siglo XVIII, no es hasta 1848, cuando fue definitivamente aprobada la memoria de un proyecto provisional del abastecimiento a Madrid, con aguas del río Lozoya. El proyecto estaba redactado con tal previsión...Leer más.
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