Mientras contamos los días que nos quedan para irnos a la playa (quién pueda, claro está) tenemos un pié en la oficina y el otro en la piscina.
Ya están abiertas todas instalaciones municipales y repletas de madrileños que han decido combatir el calor como se ha hecho toda la vida: con un día césped y chapuzones, tentempié de picnic, mucha refrigeración y buen humor.
Y crema solar, por supuesto. Que aunque parezca que no aquí el sol también pega y si no nos protegemos podemos llevarnos alguna que otra molesta sorpresa cuando lleguemos a casa. No valen excusas.
Y es que si prestamos un poquito de atención a nuestro bronceador podremos incluso presumir de buen color de vuelta al curro. Pero hay que hacerlo con cabeza.
Porque un día en la piscina está pensado para disfrutar, relajarse, comer al aire libre y ponerse a remojo. Aunque recuerden, entre una cosa y otra, se recomienda dejar un tiempo para hacer la digestión. Que no es un mito.
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