Nos reímos e inmediatamente nos relajamos. Se relajan los músculos y nuestro estado de ánimo cambia. Saber sonreír y reírnos de cosas que nos pasan en el día a día, quita dramatismo y nos ayuda a afrontar mejor la vida.
Álvarez reconoce que es importante saber reírnos de nosotros mismos y con otros, pero nunca de otros. La diferencia es notable, porque al hacerlo con otros compartimos alegría y experiencias. Si nos reímos de otros, la risa ya no es sana porque supone humillar y menospreciar a otra persona.
La risa, además, puede favorecer las relaciones interpersonales, romper barreras de comunicación e incluso, llegar a enamorarnos.
Comentarios