Los y las socorristas pasean por el borde de la piscina silbato en mano. Raro es el día que no se oyen varios pitidos recriminando a los bañistas más indisciplinados.
Lo normal es que los usuarios le hagan caso, pero es tan normal como que a la que dejen de mirar repitan la peligrosa hazaña. Ellos nos recuerdan que no están ahí para estropearle la diversión a nadie, sino para garantizar la seguridad y piden para ellos el mismo respeto que hay que tener con el resto de los bañistas para divertirse sin molestar a nadie. Nada de lanzarse unos sobre otros, prohibido correr por el bordillo por nuestra propia seguridad y cumplir la normativa de seguridad y salud en las instalaciones son sus consejos y sus normas. Y si están ahí es por algo.
Al fin y al cabo ellos son la figura de autoridad en cada piscina. Y su presencia no es precisamente intimidatoria. Porque al fin y al cabo, los accidentes ocurren, y entonces si que agradecemos tenerles cerca.
Así las cosas más vale portarse bien en la piscina y disfrutar de ella con civismo. Porque si alguno se obceca en aguar la fiesta demasiado, no tienen más que llamar a la Policía Municipal. Y eso ya es otra historia.
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