No, el oxímoron no es un dinosaurio de la antigüedad. Es una figura literaria que une dos palabras que son aparentemente contrarias o sin relación, como por ejemplo cuando hablamos de “música silenciosa”. Es la explicación que nos da nuestro profesor de Lengua, Alfredo Tarazaga, que también nos descubre que realmente la propia palabra “oxímoron” es un oxímoron, porque proviene de la unión de los conceptos “agudo” o “penetrante” y “romo” u “obtuso”.
También descubrimos el símil, ni más ni menos que una comparación, “tus cabellos son como el oro”, donde el término “como” tiene que aparecer siempre, a diferencia de la metáfora (“tus cabellos son de oro”).
Hablamos además de la antonomasia, una relación entre lo particular y lo universal o lo universal y lo particular, asimilando que alguien representa una totalidad, como “ese hombre es un quijote de las letras”, es decir, es un “defensor de causas perdidas de las letras”.
Y por último definimos el eufemismo, ese “rodeo” que damos a veces para hablar de algún asunto que no queremos mencionar directamente, como el ejemplo magistral de Francisco de Quevedo al hablar de la menstruación, a la que llamaba “calendas purpúreas”.
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