Son dos hitos más en la evolución del castellano, que hoy descubrimos como siempre de la mano de nuestro profesor de Lengua, Alfredo Tarazaga. Destaca el caso del griego, cuya influencia, a diferencia del resto, no fue por contacto directo (que apenas se produjo en los siglos anteriores a la invasión romana), sino a través de dos vías: el latín, que también bebía del griego, y especialmente del hecho de que Grecia es la cuna del saber.
De esta forma descubrimos que si sabemos griego sabremos a qué nos referimos con democracia o antropología, aunque también ha habido términos no tan “científicos” como catarsis, tragedia o fábula, que sin embargo fueron adoptados a través del latín.
Pero también repasamos los denominados “galicismos”, los préstamos que nos llegaron de Francia. Esto quizás en dos momentos históricos: uno durante la Edad Media y la influencia que tuvo en este sentido el Camino de Santiago. Desde allí nos llegaron palabras como “monje” o “vinagre”. Pero después en el siglo XVIII, época borbónica por excelencia y en la que el francés era sinónimo de alta sociedad. Algo que se reflejó en términos como “banquete”, “hotel” o “jardín”, entre otras muchas.
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