Aunque no se consagró hasta 1974 con la primera crisis petrolífera, el “horario de verano” surge cuando Benjamín Franklin mandó en el año 1784 una carta a un diario de París con algunas propuestas de ahorro energético. Así, varios países deciden cambiar la manilla de sus relojes, de modo que adelantando la hora se pueda aprovechar mejor la luz solar y consumir menos electricidad en iluminación. Según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía, en el caso de España el ahorro alcanza hasta un 5%, es decir, unos 300 millones de euros que se escatiman de las casas particulares, así como de los edificios industriales y del sector servicios. A las 2h de la madrugada del sábado 24 al domingo 25 de marzo, miles de españoles adelantan una hora su reloj. Los más despistados, notarán que todo el mundo llega a los sitios una hora antes, que es la hora correcta en función del “horario de verano”.
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