En un país que se considerase normal la máxima preocupación de sus gobernantes tendría que ser la felicidad y el bienestar de sus ciudadanos, y por tanto la educación sería una de sus prioridades. Una buena educación pública garantiza la equidad y la igualdad de oportunidades de todos los ciudadanos, con lo que se consigue poner cierto freno a esto que se ha venido en llamar economía de mercado, y que hoy en día, llamando a las cosas por su nombre, es capitalismo salvaje, donde las reglas de juego las imponen el poder económico y financiero, mientras que el político se ha quedado como guardián de los intereses de los dos primeros.
Como bien he dicho, en un país normal, cuando su tasa de desempleo fuera el 25% de la población activa, la obligación de su gobierno sería, entre otras, realizar políticas educativas encaminadas a mejorar la formación profesional de sus ciudadanos en paro...Leer más.
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