Los comedores sociales se han convertido en una de las últimas salidas de personas a las que la crisis económica les ha golpeado cruelmente. De una presencia mayoritaria de personas sin hogar e inmigrantes se ha pasado a personas de clase media que han perdido su trabajo y su casa. Un ejemplo de solidaridad vecinal es el comedor social “La Casita de Fuenlabrada” que se mantiene gracias a las donaciones y al voluntariado. En SER Activista, la acción directa en la lucha por las cambios sociales de Maite Galdón, voluntaria del comedor social “La Casita”.
Comentarios