La primera novela publicada por Enrique Cabrera es una historia de género negro, que partiendo de un argumento arquetípico (un asesino copia los crímenes descritos por un escritor en varios de sus libros, haciendo recaer las sospechas de la policía sobre él), desarrolla una historia nada convencional que paradójicamente, al tiempo que asume todas las características de este género, juega a ignorarlas mientras se centra en el mundo interior de su personaje protagonista y la intensa relación que éste establece con la musa que da título al libro. Una novela que al estar narrada en primera persona, como toda buena historia negra, permite al autor no sólo profundizar en los sentimientos y muy trabajada visión personal del escritor alrededor del que giran los acontecimientos, sino además mostrarnos todo lo que ocurre desde su perspectiva necesariamente subjetiva, con todo lo que esto conlleva.
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