Los hechos sucedieron a mediados de los años 80 en Nebraska (EEUU). A diferencia del fenómeno que suscitó el Templo del Pueblo o los davianos, llevados a cabo por esta organización que se conocían entre sí como “grupo de supervivencia” apenas son conocidos fuera de Norteamérica. Todo comenzó en 1982 cuando el camionero Mike Ryan, con arrebatos mesiánicos, escuchó un sermón del reverendo James Wickstrom, líder de una secta religiosa ultraderechista, exacerbando el radicalismo de los campesinos empobrecidos y su distorsionada interpretación de la fe cristiana.
Pronto Ryan, que maltrata a todos los que están a su alrededor, se convierte en el más enconado discípulo del reverendo y funda su propia secta en una granja: los prosélitos del visionario roban maquinaria agrícola, armas y dinero en atracos para consolidar el poderío de su organización místico-racista, con un fuerte componente antisemita. Dieron forma a un arsenal formidable porque se estaban preparando para librar la Batalla del Apocalipsis, advirtiendo de los peligros de los modos de vida y convirtiéndose en una pequeña fuerza antigubernamental: ese Apocalipsis, en su cosmovisión, sería inminente y tendría forma de guerra racial. Para ello cometieron crímenes, realizaron extraños rituales y burlaron durante años a la justicia, hasta que un espectacular despliegue del FBI logró hallar a víctimas y testigos y dar con Ryan, que cumplía cadena perpetua en la prisión de máxima seguridad de Nebraska Tecumseh State Correctional Institution. Moría en el mes de mayo de este año, sin haber expiado todavía sus crímenes.
De este interesante tema hablamos con el Redactor Jefe de la revista Enigmas, Óscar Herradón.
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