La mafia, el crimen organizado, adquiere formas diferentes de un rincón a otro del planeta, pero sus acciones son, siempre, sinónimo de sangre. Los herméticos códigos de honor por los que se rigen sus miembros tienen un trasfondo místico y en ocasiones un fuerte componente simbólico y religioso.
Es fácil, tras visionar El Padrino de Francis Ford Coppola o la catódica serie Boardwalk Empire, imaginarse una escena de ecos épicos en la que un gran capo ajusta las cuentas a un “chivato” o al miembro de una familia rival, comenzando con ello una guerra. Escenas rodeadas de cierto romanticismo –sangriento, eso sí– que, como se encargó de remarcar el periodista napolitano Roberto Saviano en su libro Gomorra, poco tiene de real, pues los criminales, lejos de ser “hombres de honor”, por mucho que se rijan por sus códigos –y por supuesto deben hacerlo–, suelen ser viles asesinos impulsados por el ansia de poder y dinero.
No obstante, y aunque muchos de estos personajes maten sin pudor, es cierto que sus sociedades, casi secretas, tienen sus propios códigos de honor e incluso sus rituales de iniciación, lo que los define, y diferencia, de otros colectivos fuera de la ley. De un lado al otro del globo nos encontramos con entramados criminales que, debido a sus características, conforman lo que comúnmente conocemos como Mafia, a pesar de sus notables diferencias.
Sin embargo, existe una gran controversia sobre el origen etimológico de la palabra, aunque no cabe duda de que está vinculada a la isla de Sicilia y a su historia moderna, lugar donde tomó forma la más célebre de estas organizaciones del crimen, la Cosa Nostra, cuyo ritual iniciático abordamos en la sección de hoy.
Además, pasamos revista a las Mafias más célebres y sanguinarias del mundo: la ‘Ndrangheta de Calabria, las Tríadas chinas –cuyo origen de ecos míticos se remonta al siglo XVII y a los monjes shaolín–; la Sacra Corona Unita, la Garduña toledana –la primera sociedad secreta de estas características surgida, supuestamente, en la ciudad española en el siglo XV y que tomó la forma de una cofradía religiosa–, hasta los Vor v Zakone rusos y sus tatuajes que, como los de la Yakuza japonesa, tienen un fuerte componente simbólico y describen, aunque de forma hermética, su trayectoria criminal.
De este apasionante tema hablamos con el redactor jefe de la Revista Enigmas, Óscar Herradón.
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