El suceso conmovió a la zona norte a mediados de los años noventa. El seis de octubre de 1995 desapareció José Luis Zaragoza en Algete. Su cuerpo nunca apareció pero, dos años y medio después, su ex yerno fue condenado a catorce años de prisión, doce por detención ilegal y dos por tenencia ilícita de armas. Francisco Javier Cervigón no pudo ser condenado por homicidio, pero sí quedó demostrado que hizo desaparecer a su víctima. La sentencia del 18 de febrero de 1998 también le condenó a pagar a la esposa del desaparecido diez millones de pesetas y cinco a cada unos de los hijos.
El condenado llegó incluso a simular que una banda mafiosa pedía 90 millones de pesetas por el rescate de este industrial y urdió toda una trama para defender esta hipótesis, que fue desmontada en su momento por las investigaciones policiales. En el juicio cayó en numerosas contradicciones pero tampoco reveló nunca dónde estaba el cadáver de su víctima.
El químico José Luis Zaragoza salió el día de su desaparición de casa con la intención de ir al banco y después a una cacería en Zaragoza, pero no fue a ninguno de esos sitios. Tras diez días, su coche apareció en Madrid sin sus pertenencias. Meses después, el ex novio de una de sus hijas dijo ser el interlocutor nombrado por una banda mafiosa que quería 90 millones de pesetas de rescate. Tras pedir que demostrase que seguía con vida, Francisco Javier Cervigón aportó como pruebas datos y pertenencias de la víctima que hicieron sospechar desde el inicio a la Policía. Cervigón intentó en noviembre de 1997, antes de ser condenado, fugarse de la cárcel.
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