Nos pasamos la infancia deseando ser adultos para hacer lo que queramos. Y cuando nos damos cuenta, los agobios y las responsabilidades hacen que echemos la vista atrás y exclamemos “¡quién pudiera recuperar la juventud!”.
Hemos querido preguntar al ciudadano de a pié que cambiaría si tuviera esa oportunidad. ¿Estudiaríamos más? ¿Viviríamos más aventuras? La tónica general es evidente: los que se decantaron por una opción entonces harían lo contrario. Y viceversa.
Aunque también hay quien atesora cada momento vivido y no lo modificaría a sabiendas que cada paso que dio en el pasado, por erróneo que fuera, le ha llevado a donde está ahora. Y escuchar a alguien decir que no cambiaría lo que tiene, lo que se ha ganado y lo que le ha ofrecido el destino, por una segunda oportunidad es una inyección de optimismo en un momento en que soñamos con demasiadas cosas y no apreciamos lo que tenemos al alcance de la mano.
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