Los agentes imputan a esta persona un delito de omisión del deber de socorro tras atropellar y abandonar al peatón, que quedó en estado grave. El 9 de junio a las 7 de la tarde atropelló supuestamente a su víctima e inmediatamente huyó. Pero un testigo pudo anotar la matrícula. Cuatro horas después, el coche ardía cerca de la calle Embajadores de Madrid. Los agentes que llegaron al lugar pudieron leer el número de bastidor y comprobar que era el mismo vehículo. Su dueña, que llegó a denunciar su robo en comisaría y pedir una indemnización al seguro, era la pareja sentimental del conductor. Éste fue, además, quien pagó a un delincuente común para que quemase el coche y destruir las pruebas.
De este forma, la Guardia Civil ha resuelto uno de los delitos relacionados con atropellos más rocambolescos de los últimos tiempos.
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