Aunque existen varios métodos para combatir esta plaga, la Concejalía de Medio Ambiente y Parques y Jardines ha optado por la aplicación del "Bacillus thuringiensis", un insecticida biológico compuesto por miles de bacterias y admitido en Agricultura Ecológica por ser respetuoso con el medio ambiente. Este producto se mezcla con agua y se aplica pulverizando con mochila, cañón o en tratamientos aéreos, sobre pinos, abetos y cedros, especies afectadas por esta plaga que, además de dañar a los árboles, puede generar afecciones alérgicas a la población y a los animales domésticos.
Los síntomas de la procesionaria son visibles por los mechones de hojas secas y las bolsas de seda que cuelgan de las copas de los árboles en el invierno. Este animal produce dos tipos de daños: pérdida de hojas, ya que las orugas se alimentan de ellas en invierno, y caída de las hojas de los árboles, que no suelen producir la muerte de los pinos pero los debilitan, lo que favorece el ataque posterior de otras plagas.
Otro tipo de daño que produce la procesionaria es la urticaria y las alergias en las personas y animales domésticos debido a los pelillos urticantes de las orugas que se dispersan y flotan en el aire, provocando irritación en piel, ojos y nariz.
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