Las obras en una pista del aeropuerto de Barajas están dando 23 días de descanso a los vecinos de Santo Domingo de Algete, mientras que para los de Belvis del Jarama se han convertido en un infierno. Algo que ya conocían, porque la diferencia entre Ciudad Santo Domingo y Belvis del Jarama es que la primera no tuvo problemas de ruido hasta la ampliación del aeropuerto en 1999, mientras que la pedanía ha tenido consustanciales servidumbres acústicas desde el nacimiento del aeropuerto madrileño.
Escuchando sus testimonios constatamos la veracidad del lema de este año “Sin ruido se vive mejor”. Algo que le reconoce la sentencia histórica del Tribunal Supremo y que califica de “lesión fundamental”, aunque AENA y el Aeropuerto Adolfo Suárez-Madrid Barajas sigue sin cumplirla.
Con la contaminación acústica continua se corre el riesgo de una disminución importante en la capacidad auditiva, además de poder sufrir trastornos que van desde lo psicológico hasta lo fisiológico, así como trastornos del sueño, enfermedad cardiovascular y deterioro del rendimiento cognitivo en niños.
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