Misterios de la Historia: Caza de Brujas; guerra sucia contra Hollywood

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Misterios de la Historia: Caza de Brujas; guerra sucia contra Hollywood

A finales de los años 40, en plena Guerra Fría, tuvo lugar en la Meca del cine una persecución implacable contra todo aquel personaje del mundo del celuloide sospechoso de estar vinculado con la ideología comunista. Aquel triste episodio de la crónica estadounidense pasó a ser conocido poco después como la “caza de brujas”. Aunque hoy pueda parecer anecdótico, aquel suceso supuso el fin de muchas y prometedoras carreras cinematográficas, además de un ataque directo contra la intimidad y la libertad de expresión.

En los años 30 Hollywood resplandecía como pocos lugares del planeta, la “otra Babilonia”, en la que aparentemente todo estaba permitido. Nadie pensaba que en pleno período de Entreguerras, con el gobierno relativamente aperturista liderado por el presidente Franklin D. Roosevelt, en una América, eso sí, profundamente castigada por la crisis económica, un ataque de tal magnitud a la libertad de expresión y de asociación iba a sucederse en esa ciudad que reflejaba como ninguna el ansiado sueño americano. Pero fue entonces cuando comenzó a vislumbrarse lo que sucedería poco después. Precisamente la crisis y los recortes, que también afectaron a los grandes estudios, provocaron un auge del sindicalismo, las huelgas y el acercamiento a la izquierda por parte de muchos profesionales, lo que fue visto como una amenaza por el sector más conservador.

La persecución al comunismo había comenzado, pero el bombardeo de Pearl Harbor y el peligro que los fascismos suponían en Europa, hizo a los EEUU entrar en la guerra. Entonces todos lucharon por la causa común de la victoria aliada. Sin embargo, a partir de 1946, cuando la Unión Soviética y Stalin se convirtieron en el principal enemigo del Occidente “libre” y la carrera nuclear se hizo imparable, el acoso a los partidos comunistas y a las organizaciones de izquierda fue cada vez más virulento.

Con el cometido de destapar a los sospechosos de izquierdismo y colaboracionismo con la URSS, antes de la guerra se constituyó la HUAC, siglas en inglés del llamado Comité de Actividades Antiamericanas. Tras la victoria aliada, el Comité, temiendo la extensión del comunismo primero por Europa y luego por América,llamó a declarar a numerosos testigos, y se obligó a éstos a aportar nombres de otros compañeros comunistyas. La mayoría, en un principio, se negó, y los nuevos inquisidores comenzaron a dar forma a las llamadas “listas negras” que, oficialmente, nunca existieron.

Entonces surgieron los llamados “Diez de Hollywood”, los personajes más incómodos que se habían acogido a la Quinta Enmienda. Acusados de desacato, muchos fueron obligados a dejar sus carreras en el séptimo arte y algunos, incluso, encerrados en prisión, provocando la queja de numerosos colectivos demócratas y pro derechos humanos, y de actores como Humphrey Bogart, Lauren Bacall, Vincent Price o Kirk Douglas, que, junto a directores como John Huston o Edward Dmytryk, constituyeron el llamado Comité de la Primera Enmienda. Fue el final de prometedores directores, actores y guionistas que tuvieron que trabajar, en algunos casos, con pseudónimos y tapaderas, como Dalton Trumbo, ganando mucho menos dinero del que merecían por su talento y prestigio. Aquello provocó también la prematura muerte del gran actor John Garfield, a los 38 años, y durante mucho tiempo todos se miraron con recelo en los estudios, temerosos de ser delatados.

Algunos, no obstante, cedieron a la presión de la HUAC, como el gran realizador Elia Kazan, quien delató a varios de sus compañeros, o el mismo Dmytryk, cuando ya había cumplido la mitad de su condena en prisión. Otrosprofesionales de Hollywood, como Gary Cooper o Ronald Reagan –el futuro presidente y entonces actor–, hicieron gala de su patriotismo y condenaron las ideas comunistas de forma contundente durante sus comparecencias ante el Comité. El responsable de aquella infame cruzada fue el senador Joseph McCarthy, uno de los personajes más viperinos de la historia estadounidense, apoyado, entre otros, por la obsesión anticomunista de J. Edgar Hoover y su FBI. Hoy, en nuestra sección de misterio, recordamos, con Óscar Herradón, redactor jefe de la revista ENIGMAS, aquel lamentable episodio.

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