El protagonista involuntario de esta historia fue el cadáver de un mendigo inglés al que se haría pasar por un alto oficial de la marina británica, cuyo cuerpo, vestido con uniforme militar y portando valiosos documentos atados mediante una cadena a su gabardina –para que no se perdieran– fue arrojado frente a las costas de Huelva, un rincón de la Península donde el Abwehr, el servicio secreto alemán, tenía un amplio despliegue gracias al eficiente espía Adolf Crauss, filofranquista y nazi hasta la médula que andaba pendiente de cualquier movimiento de los aliados.
La idea de esta misión, en principio “imposible”, surgió de la mente de Ian Fleming, creador de James Bond y quien entonces trabajaba en los servicios de Inteligencia de Su Majestad, que tomó la idea a su vez de otro agente de información británico muerto en 1939, Basil Thompson, quien también se dedicaba a escribir novelas de detectives. Los encargados de llevarla a la práctica fueron el capitán de corbeta y miembro del Departamento de Inteligencia Naval Ewen Montagu –quien en 1953 publicaría el libro El hombre que nunca existió, donde hubo de ocultar no poca información en virtud del Acta de Secretos Oficiales que había firmado como los demás agentes–, y el capitán de la Fuerza Aérea Británica –RAF–, Charles Cholmondeley.
Al cadáver, sobre el que existe todavía hoy gran controversia, se le construyó una personalidad hecha a medida, una historia con algún que otro claroscuro e incluso una relación ficticia con una prometida de nombre Pam que en realidad era una agente de los servicios secretos, mientras en los departamentos especializados en falsificaciones se prepararon a conciencia los documentos que debía portar: una serie de cartas en las que se sugería, off the record, lo que pretendían hacer las tropas aliadas del Norte de África a la hora de la invasión del continente por el Mediterráneo: realizar el desembarco en algún punto de las islas griegas. En realidad, se trataba de una maniobra de distracción para que Hitler desviase sus fuerzas del verdadero punto de desembarco: Sicilia.
El cuerpo fue introducido en un contenedor estanco conservado en hielo seco e introducido en el submarino HMS Seraph, que el día 30 de abril emergería frente a la costa onubense, logrando asestar un golpe mortal al Estado Mayor alemán y celebrar con éxito una de las más elaboradas y a su vez arriesgadas operaciones de la llamada “guerra secreta”. Hoy, en nuestra sección de misterios de la historia con el redactor jefe de la revista Enigmas, Óscar Herradón, hablamos de la Operación Carne Picada.
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